domingo, 8 de abril de 2012

Julian López, "El Juli": "Si eres tan hombre para jugarte la vida, ¿Cómo vas a ser marioneta del sistema?


Tomado de:http://www.jotdown.es / fotografis Joséphine Douet. Dicen de él que nació con muleta y espada y que tumbó a la matrona con una estocada sin puntilla. Torero desde niño, protagonizó la última gran revolución taurina de la tauromaquia a la antigua usanza, toreando más que nadie, cobrando más que nadie y llenando las plazas de toros más que nadie. Su fama y popularidad alcanzó niveles similares a los del icono Manuel Benítez, “el Cordobés”. Aquel niño guapo, rubito, de ojos azules, que conmocionó al mundo taurino desde su etapa en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, que estuvo seis o siete años cumpliendo los mismos dieciséis, que se convirtió en multimillonario, que copaba titulares y anuncios publicitarios; aquel niño del famoso “¡Qué viene el Juli!” de Joaquín Vidal, de repente, un día se hizo mayor y, después de años y años actuando y triunfando en todas las plazas de toros importantes de España, Francia, Portugal, México, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela vio cómo su nombre ya no aparecía en las primeras ferias importantes de la temporada taurina.
Julián López Escobar (Madrid, 1982) nos recibe en su hogar, una finca bellísima llamada El Freixo (muy cerquita de Olivenza, Badajoz), viendo estos primeros meses cómo en los carteles no han puesto un nombre que él quisiera mirar: el Juli. Ni Castellón, ni Valencia, ni Sevilla, ni Madrid por San Isidro…
Es incomprensible que con la trayectoria que tengo mi nombre no aparezca este año en las ferias de Castellón, Valencia, Sevilla y Madrid. Los empresarios han considerado prescindir de mi nombre para sus ferias. No es nada agradable, soy un torero muy competitivo y está siendo duro ver estas primeras ferias sin que pueda competir. Es algo que va en contra de la filosofía del cambio y la evolución que debe llevar el toreo. Vivimos un momento muy complicado en la Tauromaquia, además sumado a la crisis global, y no me parece pertinente que se prescinda de nombres de figuras del toreo. No sólo yo, tampoco vemos a José Tomás, por ejemplo. Una feria como San Isidro, que es el escaparate de los toros a nivel mundial, debería contar con los mejores y no será así.
No torea porque tiene unos honorarios estratosféricos, según unos. Es decir: cobra mucho más de lo que genera. Según otros, porque es el líder de una pequeña revolución en el sector taurino: un grupo de toreros lleva unos meses preocupado y preocupándose de cosas del sector. Para empezar, del paso del sector taurino desde el Ministerio del Interior al de Cultura. Ahora, cambiando el sistema de los derechos de imagen en televisión de los toreros. Para el que lo desconozca, hasta la fecha las cadenas de televisión (antes Vía Digital, ahora Digital Plus, pero también las cadenas nacionales que se interesaron y las autonómicas que lo siguen haciendo) negociaban los contratos televisivos con las empresas taurinas, arrendatarias de las plazas de toros. Éstas, una vez firmados esos acuerdos, contrataban a los toreros, que se veían en la obligación de torear con televisión o no torear. Algo inaceptable para toreros como Joselito, por ejemplo y, después, José Tomás y el Juli.
Mis honorarios son los mismos desde hace años. Lo hemos explicado cien veces. La empresa de Madrid ha mentido y lo hemos repetido hasta la saciedad. Pero unos toreros hemos decidido que las cuestiones de imagen, de nuestra imagen, son nuestras, y estamos trabajando en esa línea. Es una lucha difícil y surgen ampollas entre los que controlan todo. Que los toreros sean dueños de su imagen no significa que queramos apartar la televisión. Todo lo contrario. La televisión es fundamental para el toreo, queremos televisión. Y queremos ser dueños de nuestros derechos de imagen. Eso no significa que queramos más dinero. Miren San Isidro: por primera vez en los últimos veinte años los toreros hemos decidido si se televisa o no y desde el primer momento hemos propiciado que hubiera televisión, sin ninguna duda. A partir de ahora, una vez conseguido ese legítimo derecho, trabajaremos en más cosas.
Los aficionados se quedan sin ver, en un mismo cartel, a José Tomás, el Juli y Morante de la Puebla, por decir tres nombres de relumbrón. Y los no aficionados no entienden qué pasa: es como si se anuncia un gran torneo de tenis y no aparecen Nadal ni Federer ni Djokovic. ¿Por qué no hacerse empresario, alquilar una plaza y juntarse los tres cuatro o cinco tardes?
No creas que no le he pensado veces… Pero los toreros tenemos una educación, un poco conservadora, en la que todos seguimos un patrón dentro del sistema y parece que el que se sale de ese sistema es un revolucionario y está en contra de todo. Es algo extraño, lo sé, pero primero tendríamos que renovar todo el aspecto organizativo del mundo taurino. Hablo de las nuevas necesidades de comunicación, difusión, publicidad… Cosas que se supone que deben partir de los organizadores del espectáculo que, repito, están dejando fuera de sus carteles a los nombres más conocidos del panorama actual. El sistema es el sistema, en este mundo y en todos. El que va por libre tiene problemas. Yo tengo una forma de entender la vida, y el toreo, que se basa en la independencia. Que se lo pregunten a José Tomás… Así lo he entendido siempre. Si eres tan hombre para jugarte la vida, ¿cómo vas a ser luego marioneta de un sistema? Así lo hemos entiendo unos cuantos, debemos ser dueños de cosas que no somos. Creo que beneficiaría mucho al toreo que todo se separara, que cada uno defendiera su parcela y que no hubiera tantos intereses entrelazados. Ahora mismo, hay dos o tres personas que acaparan todo en el mundo del toro. No es bueno.
Hace unos años nació la Fundación El Juli con el objetivo de promocionar los valores de la fiesta de toros, acercar ésta a la juventud, formar nuevos valores… Luego llegó una escuela taurina que comienza a dar sus frutos, reverdeciendo el panorama de los novilleros. El torero siempre colaboró en los movimientos de defensa que surgieron en Cataluña, cuando se sembró el germen de la prohibición. Participó activamente en la promoción del espectáculo taurino con gentes como Vargas Llosa, Albert Boadella, Joaquín Sabina, Fernando Savater… Toreó desinteresadamente para ONGs, donó honorarios para causas benéficas…
La pena es que los toreros tenemos que torear y son otros los que deberían dedicarse a estas cosas. Desgraciadamente hemos tenido que coger las riendas de muchas cosas porque los que las llevan no son capaces o no quieren hacer las cosas como se debería. Está claro que algo no ha salido bien. Hemos sido nosotros los que hemos conseguido que el toreo esté reconocido en el Ministerio de Cultura, por ejemplo. Viene una época difícil. Creo, sinceramente, que el toreo tiene que evolucionar y cambiar en un montón de aspectos. Sobre todo, en materia de comunicación y de difusión. Y eso es un proceso lento. Es cierto que hay movimientos y lo que siempre se ha dicho de las situaciones de crisis: surgen oportunidades. Empezamos a ser conscientes de que las cosas no están como deberían estar y algo se mueve. Tenemos un ejemplo clarísimo: el otro día se presentaron los carteles de la feria de San Isidro en una rueda de prensa que, si no me equivoco, fue igual a las de hace veinte años. Y, por la noche, un grupo de jóvenes celebró una gala espectacular que ha tenido una difusión tremenda. Dentro de la plaza tenemos un espectáculo único, genial, verdadero; fuera de la plaza no estamos en consonancia con esos valores. El Foro de la Juventud Taurina ha demostrado que, con ilusión, ganas y partiendo de lo que ocurre dentro de la plaza, podemos demostrar a la sociedad qué es el toreo. Por eso siempre colaboraré con ellos en todo lo que necesiten.
Puede sorprender que, con toda la presión que soportas teniendo en cuenta lo que sueles torear cada año —al menos hasta ahora, además tengas tiempo para hacer tantas cosas.
(Sonríe con el “al menos hasta ahora” clavando los ojos en el entrevistador porque no tiene dos puñales a mano). Soy así. Me inquieta irme de esto sin aportar algo. Las personas inquietas y emprendedoras aciertan muchas veces, pero también tienen más posibilidades de equivocarse. Es muy fácil vivir del sistema, aprovecharse de él, ganar dinero… Torear, ganar dinero y dejar esto igual que estaba o peor. La educación taurina, como la deportiva, está muy encaminada a eso: una vida muy corta, aprovecha, sácale el máximo rendimiento. Pero yo, no. Tengo la inquietud de pasar por este mundo dejando algo. He defendidoy defiendo ideales. Si por eso hay represalias y soy un damnificado, prefiero ser yo. Mi trayectoria está hecha y me preocupa mucho más el futuro del toreo que mi carrera. Quiero dejar el toreo mejor que cuando me lo encontré. Logrando esto tendré una gran compensación.
No es el Juli el clásico torero que tiene finca, ganadería (que las tiene) y que se abstrae en el campo. La entrevista la realizamos al poco tiempo de organizar una especie de fiesta campera con los miembros de La Oreja de Van Gogh debido a su amistad con uno de los integrantes del grupo, Pablo Benegas, en la que los músicos torearon unas vaquillas. Después se marchó a Málaga, para torear de salón ante cientos de chavales en la calle. Es activo.
No somos capaces de explicar a la sociedad que, lo que ocurre en el ruedo, está al alcance de muy poca gente y de muy pocas artes. La forma que se trata el toreo desde el punto de vista organizativo, empresarial, es despreciarlo. Vivimos una época convulsa, con ataques a la fiesta de los toros por todos lados. El antitaurino, que respeto al igual que pido que me respeten a mí, se apoya en una ausencia tremenda de información y comunicación de lo que es esta fiesta de toros. Veo, leo, escucho mensajes de antitaurinos que, sinceramente, no están informados. Los habrá, pero la mayoría hablan desde el desconocimiento. Y, por supuesto, no es su culpa. ¿Cómo van a hablar desde el conocimiento de algo si ese algo no se encargan de explicárselo?
¿Cómo se lo explicas al antitaurino?
Hay una parte artística que es muy complicada de explicar. Es como la pintura: si no le entra por los ojos hasta el sentimiento, ¿qué vas a contarle? ¿Le hablas de técnica, de materiales? Es algo muy subjetivo. Ahí no hay nada que hacer. Pero hay otra parte histórica, cultural, social, económica… en la que el toreo sigue formando parte de nuestras vidas. Y es la parte ecológica la que más me duele; no hay más que ver cuántos animales viven a costa del espectáculo (señala a la ventana y se ven vacas y añojos pastando, cerdos, caballos, cigüeñas… Campo extremeño en primavera). El toro bravo es un animal creado por el hombre para y por la fiesta de toros. Desaparece la fiesta y desaparece el toro bravo. Y, con él, todo lo que le rodea. Tiene la opción de luchar como no la tiene ningún animal, tiene una vida como no la tiene ningún otro animal. Y, además, repito: a su costa, si podemos decirlo así, viven otros muchos animales. No hablemos de las vacas o de los sementales, a ver qué animal vive como ellos y muere como ellos. Pese a todo, sé que el que lea esto no compartirá conmigo una palabra si antes no entiende el sentido artístico de la lidia. Sin ese entendimiento, ya puedes decir misa que no hay manera. Pero insisto: lo respeto. Afortunadamente, tenemos aficionados que han expresado estas ideas mucho mejor, como los filósofos Francis Wolff oVíctor Gómez Pin, por ejemplo, cuyas ideas nos enriquecen a todos.
Da la impresión, desde fuera, de que el propio sector taurino tampoco quiere evolucionar. Es como si dijeran: “Sí, vale, somos mediocres, somos decadentes. Pero nosotros controlamos nuestra mediocridad y no queremos que venga nadie de fuera a desbaratarnos este control, por mucho que aporte”.
Exactamente. El toreo se ha separado excesivamente de la tradición, de la cultura, del arte, porque no hemos sabido comunicarlo no ha interesado. La sociedad ha ido evolucionando y el toreo no ha sido capaz de adecuarse a esa evolución. Nos hemos quedado obsoletos en las formas y no hemos explicado el fondo. Es terrible. Los productores, los empresarios… No quieren. O no pueden. No sé qué es peor. Hay que apoyar a gente nueva, empresarios nuevos que no pueden entrar en plazas de toros importantes porque los pliegos de condiciones son exigentes en cuanto a la experiencia… Las plazas son de titularidad pública (ayuntamientos, diputaciones o comunidades autónomas), se convocan concursos públicos en los que prima la experiencia, el empresario nuevo, con ideas, con ganas, no puede concursar… es la pescadilla que se muerda la cola. Apoyemos a ese empresario nuevo, con ilusión, con conocimientos de la época que vivimos, que no solamente piensa en el corto plazo, que promociona, que de verdad busca un interés general y no solamente el particular. El problema que tenemos es el corto plazo. Miren Olivenza: una plaza que en 14 ó 15 años se ha convertido en una feria de referencia, a base de trabajo, trabajo y trabajo de su empresario. No buscó rentabilidad a corto plazo. ¿Qué ocurre en otras plazas? Se conceden por cuatro años y el empresario quiere explotarla en ese plazo. Eso hay que cambiarlo y es una materia con la que trabajaremos.
Aún no has cumplido los treinta años y ya eres una referencia en el mundo del toro. Dejando estos problemas actuales aparte, tanto los particulares como los generales, ¿qué conserva Julián López de aquel niño apodado el Juli?
Mi vida es a la inversa. Cuando era niño tuve que sacar fuerza, responsabilidad y seriedad en una edad que no me respondía. Ahora, que estoy en una etapa ya madura como persona y como profesional, afloran cosas juveniles, disfruto con amigos, hago lo que no hacía antes… Me siento más jovencito que cuando tenía 15 ó 16 años… Sí es cierto que oigo a amigos contar cosas de sus infancias, anécdotas, travesuras… Y lo echo de menos, porque sin serlo tuve que comportarme como adulto, rodeado de adultos en todo momento. Esas cosas curten, por supuesto, y quizá por eso ahora veo todo con los ojos con los que lo veo. De todas formas, hay un matiz: desde pequeñito soy un enamorado del Toreo, hacía lo que me gustaba de verdad. Y lo sigo haciendo. ¡Es que no hay otra cosa que me guste más que esto!
(Al finalizar la entrevista, el Juli se marchó a la placita de tientas de su finca, en compañía de otro matador, Alejandro Talavante, para torear durante toda la tarde a puerta cerrada. No parece que haya otra cosa en su cabeza. De hecho, durante la entrevista uno tiene la impresión de que en cualquier momento le van a pegar dos naturales y el de pecho).
En esa época, en la que arrollaba, tenía un montón de seguidores, fama, popularidad, espacios por doquier en los medios de comunicación… sin las ideas que tenía ahora y no puedo aprovechar ese momento para explicarlas. Esa espinita tengo. Con aquel tirón popular podía haber dicho muchas cosas, podía haber propagado un mensaje que ahora sí tengo en la cabeza. Un torero es capaz de cambiarlo todo, pero por entonces no pensaba así; disfrutaba, toreaba como el que más, seguía la corriente del sistema… Pero no era eso, no era eso. Ahora lo veo. El mundo se mueve por interés, y son los toreros los que tienen interés. No hemos sido capaces de conseguir lo de otros campos: el futbolista, el tenista… que son ídolos. Como ídolo considero que estuve varios años, pero no difundí un mensaje que sirviera a la fiesta para el futuro. Claro, era el número uno, ganaba más que nadie, la inercia, la inercia… Y resulta que pasan los años, la cabeza se amuebla y piensas: “Me lo hubiese planteado de otra manera”. No era dueño de mi vida. Y eso que pienso que aporté muchas cosas. Traje gente nueva a las plazas y colaboré en la promoción del propio toreo. Ahora que sé más no tengo esa popularidad que tenía y el mensaje no llega tan rotundo.
Esa madurez se complementa, o se completa, con la reciente paternidad.
¡Y dos a la vez! Me pasa como a casi todo el mundo: empiezas a ver la vida desde otra perspectiva. He aprendido a relativizar mucho todo porque pienso más allá, mucho más allá. Por ejemplo, en estos momentos tan controvertidos para mi carrera, estoy convencido de que veo todo de otra forma a antes de ser padre. Me gustaría que pudieran vivir esa infancia que yo no pude vivir, claro, como todo padre desea para sus hijos.
¿Cómo es la vida familiar en la casa de el Juli? ¿Seguimos con los tópicos del torero-machista y la mujer-ama de casa sufridora?
No, no. Podrían situarme en un término medio-alto respecto a la implicación de la paternidad. Considero que el papel del padre y de la madre, una vez los niños han nacido, es el mismo. Evidentemente, por esta profesión no tengo el tiempo que otras personas tienen, pero la educación de los niños y compartir las tareas forma parte de mi vida diaria.
Aparte de esas tareas que todo padre conocerá, ¿cómo es el día a día de un torero de éxito?
Hago una vida muy de campo. Sé que sonará a tópico, pero ¡es que me encanta! Esto del campo me ha acercado mucho al mundo de los caballos, todo lo relativo a este animal: las faenas del campo con este animal, los ejercicios como la doma, el caso y derribo, el salto, el rejoneo… Me llena mucho y puede ser lo que más ocupa mi tiempo libre. Y, además, cosas típicas de mi edad: el cine, el deporte, viajar… He tenido la oportunidad de viajar mucho debido a mi profesión y además he conocido a gente que me ha ayudado a desplegar esa inquietud de saber y conocer que, cuando niño y adolescente, no pude desarrollar. También influye mucho mi mujer (Rosario Domecq); me ha enseñado cosas que desconocía relacionadas con la pintura, la literatura, el teatro… Me fío de ella y ella tira de mí: ¿Vamos a Málaga para algo mío? Pues aprovecha, me lleva y me explicaPicasso. Y me encanta aprender. Me falta mucha base cultural, claro. Eso hace que intente exprimir al máximo cada momento que tengo de llenar ese hueco. Me pasa igual con la lectura: me regalan libros y me suelo fiar de los gustos del que me los regala; ahora ando con El Aleph de Coelho. De toros no leo. Tampoco las crónicas, eso me pasa desde hace tiempo; antes me influían mucho, ahora las paso de largo… En cuanto puedo me acerco al cine. Quizá sea un poco moñas… me gustan las películas románticas, pero no solamente. También el suspense, el drama. Menos la ciencia ficción, que no me atrae, me gusta todo. En realidad lo que me gusta es ir al cine, sin más. Y viajar, me gusta mucho. Lo que pasa es que toreando es muy difícil conocer lugares. La responsabilidad y la presión hacen que no puedas dedicarte plenamente a conocer una ciudad en cuya plaza toreas por la tarde. Pero esos inviernos en los que termina la temporada, antes de empezar la americana, he podido disfrutar de viajes a lugares maravillosos que me han servido para conocer más y más cosas. Por ejemplo, un viaje del que tengo un gratísimo recuerdo fue el que hice hace poco a Londres: estuve dos meses allí, aprendiendo inglés, como uno más. No me conocía nadie, no era más que un estudiante, y aproveché para conocer otra forma de vivir, no sólo de otra cultura, sino diferente a lo que siempre había hecho: una rutina, unos estudios, un anonimato.
El campo, los toros, los caballos, el cine, viajar… Y el Atleti.
(Ríe). Sí, soy sufridor… atlético. No soy obsesivo de ver todos los fines de semana el fútbol, pero lo sigo. Lo que me encanta es ir al campo, porque la afición del Atleti representa exactamente lo que a mí me gustaría que fuese la afición a los toros: siempre apoyando, siempre ilusionado en que todo salga bien, siempre queriendo disfrutar. Soy socio y cuando nacieron mis hijos me mandaron un carnet también… Soy del Atleti por mi hermanoIgnacio, que de pequeño me inculcó esto.
De esos tiempos arrolladores de el Juli-niño se publicaron seis o siete libros… Da una idea de la importancia que tuvo tu llegada al mundo del toro.
Sí, pero falta el gran libro. Mi historia terminará cuando acabe mi trayectoria y lo que pienso ahora no se refleja en ningún libro porque, lógicamente, ni siquiera pensaría lo mismo. En cierto modo, me siento vacío, esos libros tan pronto…
¿Y la situación general, Julián? ¿Y la política? ¿Te interesa el día a día, las noticias, la información? De siempre los toreros tuvieron inquietudes políticas, porque además cuando llegáis al campo comprobáis las zozobras de un mundo desconocido para la sociedad urbana.
A la problemática del campo hay que añadir que, si no llueve, el desastre se multiplica por mil. Imagina… Soy un ciudadano nivel medio. Leyendo periódicos, escuchando la radio, viendo los telediarios… Sin preferencias de editoriales ni de emisoras. La situación es complicadísima, es evidente, considero que si las cosas no van bien al menos es un estímulo, o puede serlo, cambiar. Es más, considero que en la vida hay que actuar igual: ni de derechas ni de izquierdas, sino amoldándote a las circunstancias. En algunos momentos se debe actuar de una forma y en otros, de otra.
Te obsesiona la comunicación, poder explicar cosas a la gente. Tienes cuenta de Twitter y la usas asiduamente.
Por eso, por eso. Twitter me gusta porque hay cosas que en un momento quiero decir y lo aprovecho. Cosas que se te quedan en el tintero, cosas que no se han entendido como uno quisiera… Lo malo es que me gustaría responder a tantas y tantas menciones, pero me falta tiempo. Ahora vamos a hacerlo mejor, con una nueva cuenta aparte de la personal que trabajará más profesionalmente, porque está claro que al seguidor hay que atenderle y me da rabia que no pueda haber ni una palabra amable para alguien que pierde su tiempo, como mínimo, en enviarte un tweet o en preguntarte algo. No solamente estoy yo, también Manzanares,Talavante… Todo lo que sea comunicación es positivo.
¿Hay el Juli para rato?
Es muy difícil, estando en activo, pensar en una retirada. No veo fácil vivir sin torear. Esa emoción, esa adrenalina, esas sensaciones con el público… no encuentro nada que lo pueda sustituir. Tengo que aprender a vivir sin eso y, sinceramente, lo veo complicado. En otras etapas de mi carrera sí pensé en retiradas, pero ahora mismo no: quiero seguir emocionándome. Lo que sí sé es que seguiré involucrado en este mundo, apoyando proyectos buenos para la Fiesta.